martes, 23 de octubre de 2012

Nuestra responsabilidad en el consumo


Sartre vino a enseñarnos que somos responsables en tanto que individuos. A pesar de vivir la sociedad de masas, una sociedad donde somos números, estadísticas, modas, corrientes de opinión, escaños, población activa, productivos o no, seguimos siendo individuos. A pesar de que nuestro dinero esté en los grandes bancos y nuestro trabajo dependa de ellos –aun siendo autónomo o empresario, dependemos de ellos- seguimos siendo individuos, con una autonomía de la voluntad y unos derechos reconocidos que podemos y debemos ejercer.
La responsabilidad individual, para producir efecto, ha de ejercerse colectivamente: un grupo de individuos han de realizar una acción para producir un efecto. El individuo podrá realizar una acción individual desligada de un colectivo; difícilmente logrará el objetivo propuesto, pero servirá para calmar su conciencia. Este último caso son las limosnas, por poner un ejemplo. La entrega de una limosna no erradicará la pobreza, pero el individuo pensará que está aportando algo, aunque en realidad acalla su conciencia.
El problema de los actos colectivos es que el ser humano, en su gregarismo, tiende a elegir líderes –ya para protegerse de ellos mismos o para gobernarles, dependiendo del autor-. Aún en democracia, son difíciles las respuestas colectivas efectivas: a pesar del clima de crispación e indignación ciudadana con los partidos tradicionales, han sido estos los que han vuelto a ganar las recientes elecciones autonómicas.
Volvamos, sin embargo, a la enseñanza sartriana: “somos responsables en tanto que individuos”. Sobre nosotros recae una responsabilidad por disfrutar de una autonomía y una libertad. Hay que tener en cuenta que los movimientos sociales existen en tanto una serie de individuos realizan una serie de acciones. Estas acciones suelen ser prolongadas cuando son tutorizadas por algún poder –económico, político- y espontáneas cuando provienen del mismo seno de la ciudadanía.
Hay muchas formas de recoger ese sentir ciudadano para convertirlo en corriente de opinión: formando partidos políticos, asociaciones de carácter cívico, ateneos, grupos de debate… Esto es, no obstante, algo muy general, y me gustaría concretar una de estas opciones que se nos da como individuo como motor del cambio: la libertad económica, y dentro de ella, la de consumo.
Efectivamente, podemos consumir lo que nos plazca y cuanto nos plazca: solamente la ley, que procura mantenernos alejados de ciertas sustancias que en sociedad se consideran que atentan contra la moral y el orden público y nuestra capacidad pecuniaria, nuestro dinero, vamos.
Es necesario, para mejorar la sociedad, consumir con ética. El concepto hedonista y egoísta que prevalece ahora mismo en nuestra s sociedades nos lleva a descuidar algo tan importante como es el concepto de trabajo y esfuerzo humano, y su justa retribución. Solo nos importamos nosotros.
Esto no es simple retórica ni un brindis al sol; puede concretarse en la imagen actual de Apple, la compañía de la manzanita, de empresa moderna, innovadora y todo un ejemplo para nuestros futuros empresarios. Hay que reconocer que la firma de Palo Alto tiene cierto romanticismo: un hippy y un estudiante de ingeniería comienzan a crear ordenadores en su propia casa sin apenas financiación con la idea de hacer que los ordenadores sean accesibles a todo el público, tanto en precio como permitiendo una navegación intuitiva. Lo que siguió después –y no quiero pararme en la actitud de Jobs en los ochenta- ya no es tan utópico o soñador: las denuncias por atentar contra el medio ambiente y el trato que reciben los empleados de Foxconn, empresa encargada de ensamblar numerosos dispositivos Apple, que incumplen las normativas laborales a unos niveles que en Europa creíamos relegados a los cuentos de Dickens. Animo al lector a que se informe, aunque la información es escasísima, relegada a medios especializados, periódicos locales o una breve reseña en medios generalistas.
Apple, de esta forma, obtiene unos beneficios ingentes. ¿Qué podemos hacer frente a Apple? Directamente, no consumir sus productos. Si no es por conciencia de que esos trabajadores están siendo degradados en su dignidad, también habría que considerar si esto no es competencia desleal hacia las empresas que fabrican sus productos acorde a las normativas laborales y seguridad. Si esto no se castiga, tanto cívica como legalmente, otras empresas seguirán el ejemplo de Apple. ¿Tiene consecuencias para el trabajador europeo o estadounidense, sindicado y con condiciones de trabajo aceptables? Desde luego. El fantasma de la descentralización está ahí, y los que llaman a la competitividad, también. Para atraer inversión extranjera, han de relajarse las condiciones laborales, que viene a ser en España la gran solución para estos problemas.
El ejemplo de Apple es extensible a todos los campos de la ética: ¿Es ético que alguien gane dinero exhibiendo el fracaso de la LOGSE en Gandía Shore? ¿El resto de empresas y compañías que usan la descentralización de empresas con esos fines deben de ser premiadas?
Volviendo a Sartre y dejando a Jobs, tenemos esa responsabilidad en tanto individuos. Muchas de estas injusticias no serán conocidas, y puede que aun conociéndolas –el caso de la explotación de los cafeteros en África- ni se nos ocurra oponernos a ellas. ¿Quién puede, con los sueldos actuales, pagarse los productos de comercio justo? Sin embargo, por algo hay que comenzar a limpiar nuestra conciencia. Y no comprar un producto de semejante precio, sabiendo lo que conlleva, limpiará por lo menos nuestra conciencia. Y si todos limpiásemos nuestra conciencia de esta forma, a lo mejor, Apple cambiaba su política. 

lunes, 15 de octubre de 2012

También sin Historia


En mi última aportación critiqué el utilitarismo del que quieren impregnar a toda la educación pública. Era una crítica al desmantelamiento de los bachilleratos menos solicitados y una petición para que se respetase la opción formativa de todos los ciudadanos.
Sin embargo, es levantarme cada día y ver una terrible noticia provocada por lo que ya podríamos llamar “Ministerio de formación del trabajador”. En el anteproyecto de la LOMCE –el mismo donde se prevé la capitidisminución del griego y la eliminación de la Cultura Clásica- se pretende reducir la Historia –sin matices, la historia que han cursado todas las generaciones- a una mera asignatura optativa. Con esta medida, el alumno que no escoja Historia no estudiará la Revolución Francesa, la Revolución Industrial, la Primavera de los Pueblos, la crisis de 1929, el auge de los totalitarismos o la Guerra Fría.
En el anteproyecto de la LOMCE se repiten las palabras “productividad, y competitividad” y el verbo “emprender” conjugado de mil formas. No hay que hacer una gran labor hermenéutica para dilucidar que este anteproyecto pretende fomentar la empresa, creando trabajadores y estimulando el espíritu empresarial de los alumnos

El artículo donde se reduce la Historia a materia optativa
No obstante, me pregunto qué clase de empresarios pretende formar el señor ministro. Si la Historia sirve para no repetir los errores del pasado, creo que esos embriones de empresarios deben de conocer el cartismo, el ludismo y las Trade Unions, al igual que cualquier otro ciudadano. La cultura no es un elemento accesorio del ciudadano, sino su esencia misma, la que le permite configurarse, comprender la realidad y transformarla.
Me gustaría incidir en la idea de que el hombre, en tanto ciudadano, es un ser político que se relaciona con la comunidad y las instituciones. También me gustaría recordar que el hombre, en tanto ser humano, tiene una serie de dudas ontológicas y morales que dudo mucho que se satisfagan estudiando materias instrumentales o en el puesto de trabajo. Si bien hay que ser realistas y admitir que la Historia que se de en secundaria no va a resolver esas dudas, si puede servir como trampolín para que el alumno conozca figuras históricas –Marx, Adam Smith o Diderot- y se embarque, ya de forma autodidacta, en su conocimiento. Aunque Mujeres, Hombres y Viceversa quiera predicar lo contrario, aún hay gente que se interesa por estas cuestiones olvidadas.
Sin embargo, Wert parece creer que los españoles queremos trabajar y luego dedicarnos al fútbol y la telebasura. Parece increíble que un señor que además es ministro de Cultura parezca alentar ese modo de vida consumista, basado en la producción y el consumo, que resume al ser humano –máxima creación de Dios, lo cual debería saber un señor que milita en un partido con raigambre cristiana- a poco menos que una estadística y a un factor más de producción.


domingo, 14 de octubre de 2012

Ha de ser productivo


De aquí a un tiempo no hacemos más que escuchar las palabras “competitividad” y “productividad” en boca de todo el mundo. Se repiten como un mantra y se espera que calen en lo que se supone, es la vaga y poco emprendedora sociedad española.
Indudablemente, las empresas españolas no han demostrado demasiada imaginación ni se han abierto demasiado a nuevos mercados. Ninguna empresa española participa realmente del “boom” de la tecnología inalámbrica que ahora está saturado el mercado de smartphones y tablets, tampoco de los coches híbridos ni de cualquier negocio a primera vista atrayente. Nuestra economía tenía mucha base en el llamado ladrillo y el turismo, aparte de la vanidad –ya casi una parodia- de esas empresas españolas que se dedican a venderle jamón a los chinos y a los estadounidenses.
Ahora que los liberales mandan y no tienen reparos en decir que las empresas son importantes para España y que montar una empresa no es en absoluto ser un capitalista de cuento de Dickens, se están poniendo en marcha programas para ayudar emprendedores –la reforma laboral, aparte de abaratar el despido, incluía deducciones fiscales por contratar empleados de menos de 30 años y capitalizar el 100% del paro para montar una nueva empresa-. Esto, en principio, suena bien con vistas a flexibilizar el mercado e trabajo, crear empresas competitivas, atraer inversión extranjera, etc.
Pero el problema estaba ahí, esa sociedad tan poco instruida en las bondades del capitalismo y que ve emprender como último recurso –cosa cierta, por otra parte- y que prefiere trabajar para una empresa o para la Administración Pública.
Para esto, el ministro Wert ha decidido ponerse manos a la obra e iniciar el anteproyecto de la reforma educativa. No le bastaba con potenciar la formación profesional –cosa que a mi parecer es correcto- sino que desea cargarse, si, esa es la palabra, los bachilleratos de Artes Escénicas y Humanidades.  En el caso del primero desaparece literalmente como Bachillerato, y los alumnos de Conservatorio tendrán que elegir entre su carrera musical o cursar uno de los bachilleratos restantes. El desmantelamiento del bachillerato de Humanidades es más sibilino, pero igual de efectivo. Reduce el griego clásico a una asignatura optativa –presumiblemente reducida a un solo año- convierte el Latín en optativa en 4º de la ESO y la Cultura Clásica desaparece. Esto limita las opciones de conocimiento de estas materias a muchos alumnos, que además suelen estar sometidos a presiones por las presuntas salidas laborales que ofrecen los bachilleratos científicos.
Sumado a la Estrategia Universidad 2015, deja una educación completamente postrada al interés empresarial, quitando cualquier tipo de formación humanista del sistema educativo español. Viendo estos planes de bachillerato, no sería raro suponer a extinción de filologías e historias de aquí a unos años.
Hay que entender que la empresa es una forma de crear empleo y generar riqueza en un país. Pero también hay que comprender que la empresa es un negocio que, de forma legítima, responde a intereses particulares. Poner –como prevé la Estrategia Universidad 2015- la investigación al servicio de la empresa e implantar un sistema de financiación, como vemos en el esquema no parece un sistema especialmente ventajoso para la investigación, pues claramente la actividad económica nunca ha dado muestras de la paciencia que necesita cualquier actividad investigadora, sin hablar de aquellas investigaciones que no supongan una aportación económica directa e inmediata pero si pueden tener un gran valor cultural y un enriquecimiento para el país a largo plazo. ¿O que sería de España si Séneca, Averroes, Quintiliano, Ortega, Unamuno, Dalí, Falla y una interminable lista de personalidades ilustres hubiesen reducido la cultura a entretenimiento y se hubiesen dedicado a “tareas productivas” como montar churrerías en China o financiar al Pocero?


Esquema de financiación de investigaciónEdu
Pero sigamos formando trabajadores, consumiendo y poniendo a Steve Jobs como referente. Sigamos anteponiendo la producción a la ética: si la telebasura produce, sigamos vendiéndola. Si las novelas rosas de vampiros venden, sigamos vendiéndolas. Si perder en dignidad y esencia humana es competitivo, compitamos.


PS: Un vídeo, a modo de reflexión , sobre el papel de la cultura en el individuo según Wert.

lunes, 8 de octubre de 2012

Colaboración: ¿Hipocresía o ideología?


¿Ideología o hipocresía?

Hugo Chávez, ha vuelto a ganar las elecciones en Venezuela, por lo que va a por su 4º mandato como Presidente y Jefe de Estado del país. Ha vuelto a ser reelegido por sus compatriotas y votantes, por lo que es, a priori, un triunfo de la democracia ya que el pueblo ha hablado.

Sin embargo huelga decir varías cosas que me da que pensar la victoria del señor Chávez.

Muchos socialistas, comunistas y demás se congratulan de su victoria, al considerarla otro golpe más al capitalismo y la creencia de que su modelo es mejor que el actual imperio capitalista que rige el mundo y se encuentra en crisis.
Solo cabe decir que lo mantiene a base de expropiación por aquí y por allá.
Primera duda importante que me surge, ¿Todos estos que ahora hablan maravilla de este sistema, por qué cuando hay otras expropiaciones hablan de sistema dictatorial? Empezamos con las contradicciones.

Otros alaban esta victoria porque demuestra que no toda América vive sometida al sistema favorito de EEUU y con el que mejor controlados los tiene a sus aliados sudamericanos, pero volvemos a ver otra contradicción. ¿Cómo es que este señor sigue privando de algunas libertades a sus ciudadanos y todos los que promueven que todos somos iguales de alardean de la victoria de semejante jefe político?

Para concluir, no estoy poniendo en duda la elección democrática de Hugo Chávez como Presidente de Venezuela, pero ya dio la nota al emitir un mitin suyo cuando la campaña electoral estaba cerrada y todos sus fieles seguidores, tanto españoles como de otras nacionalidades, alababan su grandeza para luchar por su elección hasta el último minuto.
Pensemos un poco, si esto ocurre en España y lo hace el PP, ¿ se imaginan como se pondrían todos estos que ahora veían con adoración como Hugo Chávez se saltaba la ley a la torera?

Por todo esto me vuelvo a hacer la misma pregunta del principio, ¿defendemos nuestra ideología con sentido común o solemos tender a la hipocresía y defenderlo a ultranza sin fijarnos en si es correcto o no?

Por Francisco Guerrero

Cuestión de educación

Mi entrada de hoy, pretende ser una reflexión de esta noticia del periódico ABC
Para quien no lo haya leído, la noticia viene a explicar cómo consigue Finlandia ser líder europea en educación, según el informe PISA.
Analizando dato por dato.
El más sorprendente, la calificación académica de los maestros.  Se exige una puntuación de 9 sobre 10 en la media de bachillerato y en la reválida.  Por el contrario, si escogemos una universidad española al azar, la de Córdoba por ejemplo, se exige una nota de corte de 5,3 en Educación Infantil y 6,092 en Educación Primaria. Obviamente, esto no significa que quien entre con dichas notas vaya a ser peor maestro en un futuro. Pero probablemente, y dada mi experiencia de conocidos que han escogido esta carrera, la baja nota de corte da lugar a que se estudie esta opción por su facilidad de acceso, y no por vocación.Si el informe PISA nos deja en un lugar catastrófico, los alumnos que vayan a cursar cualquier Grado ( nombre boloñés para la antigua licenciatura ) tendrán un nivel mucho más bajo que la media europea. Por lo tanto, de inicio, los futuros maestros, abogados, médicos... tienen el mismo nivel. Otro apunte más.En Finlandia la profesión de maestro de primaria es de las mejor valoradas y respetadas. Mirad ahora hacia nuestro país dónde queda la profesión del maestro.
Segundo dato, 608 horas lectivas en Finlandia frente a las 875 de España.Y a eso le añadimos deberes (para los que se han quedado traumatizados de pequeños y ahora no quieren que sus hijos los hagan). Miren las estadísticas educativas, no hace falta decir nada más.
Por último, aunque no menos importante. Uno de los factores más importantes en el ámbito educativo de Finlandia es la familia. "Los padres tienen la convicción de que son los primeros responsables de la educación de sus hijos, por delante de la escuela" " En Finlandia el 80% de las familias van a la biblioteca el fin de semana". Apaga y vámonos.
No he hablado de los factores climáticos ni económicos. Considero de que aunque esté todo el día nevando en Finlandia, y esto condicione un mayor estudio, los niños fineses tienen alternativas de ocio variadas, por muy diferentes que sean las de aquí. En lo económico, no merece la pena entrar al detalle, puesto que mientras que ellos son potencia educativa desde los primeros informes PISA, España ha ido en caída libre, incluso en los años de vacas gordas.
Conclusiones, el problema está en la raíz. Desde los padres permisivos y  despreocupados, al funcionario-maestro de oficio, pasando por la grave falta de amor por la cultura que hay en este país. Curioso que teniendo un precedente cultural bastante más vasto que el finés, no quede espacio para ésta en las mentes de los jóvenes españoles.
Y esto se ha convertido en una cadena. Los futuros maestros de los que he hablado antes llegarán algún día a ocupar sus puestos de trabajo. Y se seguirán generando borregos. Y estos borregos serán padres, y...
Por supuesto, se seguirá hablando de fuga de cerebros. Porque entre tanta confusión, aún quedan unas pocas mentes privilegiadas que han decidido no rendirse frente al sistema  y buscarse un porvenir mejor. Desde luego, en él  no se encuentra  España. Personalmente me quedo con la seguridad de un sistema como el finés, pero también como he dicho antes, con la responsabilidad de hacer de un futuro próspero de mis hijos. Y si para ello tengo que renunciar a lo que mi país ofrece por ellos, gustosamente lo haré.
Antonio Vicente

domingo, 7 de octubre de 2012

Balompédicamente político


El partido de fútbol de hoy, un Real Madrid – Barcelona, es un clásico, debido a la gran rivalidad que tienen estos dos equipos de fútbol, histórica ya, al ser de los mejores de España, Europa y probablemente del mundo.
Sin embargo, este clásico toma tintes  políticos, debido a la actuación de Artus Mas estos últimos días y que viene arropada por la cercanía de la manifestación de la Diada, multitudinaria e histórica para en nacionalismo independentista catalán.
No es, además, el primer ejemplo de partido de fútbol con tintas cargada de política: la final de la Copa del Rey este año, Athletic de Bilbao – Barcelona, tuvo otro sonado corte antiespañol, con pitada al himno incluida, y de forma indirecta contra Esperanza Aguirre, por aquel entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, la cual declaró que debería cerrarse el estadio si hubiese habido pitada. En concreto, un insulto hacia su persona llegó a ser trending topic a nivel mundial.
Hoy en todos los periódicos encontramos referencias a la politización de este partido, por lo que es bastante absurdo entrar a opinar aquí; hay opiniones para todos los gustos. No obstante, si me gustaría reflexionar sobre el hecho de que en España el fútbol sea una manifestación política más.
El fútbol es un deporte, como todos los deportes, pasional: se sigue y se anima a tu equipo vaya como vaya. El equipo es un sentimiento, una alegoría de lo que la afición espera de él; por ello jamás se oirá decir a una afición “El Córdoba CF es una mierda” sino “el entrenador/la directiva/el jugador no está a la altura de lo que merece el club” (por ahorrarme poner otro exabrupto). Al club se le anima, pase lo que pase, descienda a donde descienda o de más penas que alegrías: es el club que sigues porque has nacido en esa ciudad, porque tu abuelo ya fallecido tenía una vinculación especial con el club o porque de niño veías todos sus partidos.
Esta pasión, además, puede canalizarse de formas muy primarias: pegando gritos en la grada, agitando banderas o tocando vuvuzelas (como si fuese una batalla medieval) lo que lo hace muy atractivo para lo vida moderna, en una sociedad donde por levantar un poco la voz en un establecimiento o mostrar un síntoma exacerbado de alegría se mira, como mínimo con extrañeza.
Así pues, que algo tan primario y sentimental se identifique tan rápido con la política lo veo como síntoma de inmadurez de nuestra sociedad. La política, que debería ser una actividad razonada para identificar el interés general y alcanzar el bien y la paz en la sociedad, queda relegada a la dilemática a escoger entre dos opciones, a cada cual más absurda. No consiste en una labor constructiva, sino de enfrentamiento y avasallamiento del rival. Es llevar al máximo exponente el tipo de política que se ha estado realizando desde siempre en España, la causante de que sean necesarias las mayorías absolutas para gobernar, la causante de la polarización de los parlamentos, del clientelismo de los agentes sociales. Con una visión así de la política, no es de extrañar que la analogía con el fútbol se haga tan rápida y evidente: solo queremos ver destruido el rival, sin ver lo que él nos puede aportar ni juzgar sus ideas, apegados a un partido del cual no sabemos nada, solamente que tenemos que votarlo porque, porque… dice que odia tanto como yo al otro partido político.
Disfruten del fútbol, construyan política.
PS: ¿Si el partido de hoy supusiese un hito histórico para el indepentismo catalán, sería el argentino Messi el nuevo Guifré el Pilós?
¿Y si el partido de hoy afianzase la unidad de España (no se como, pero pongamos este hipotético caso), el portugués Cristiano Ronaldo sería inmortalizado en un cuadro como cruzado?

sábado, 6 de octubre de 2012

Seguimos invertebrados


Uno de los más brillantes filósofos  y ensayistas que ha dado España ha sido José Ortega y Gasset. Sus obras y ensayos son estudiados en los institutos de toda la península –hasta que el Gobierno considere la Filosofía como algo inútil y obsoleto para la formación de los trabajadores- y al que más y el que menos le suena aquella frase de Yo soy yo y mis circunstancias.
Los españoles  queremos honrar su memoria de la mejor forma posible: haciendo que sus ensayos continúen en vigencia. España invertebrada , quitando un par de nombres y referencias, podría aplicarse a la situación actual de nuestro país, pese a que el ensayo fue publicado en 1921.
Siguen en vigencia debido al problema de los nacionalismos, y seguimos con ellos porque continuamos achacando al nacionalismo e independentismo periféricos un egoísmo irracional amparado en mentiras simplemente para fastidiar a los buenos españoles, sin pararnos a pensar en nuestro fracaso como nación, en la falta de un objetivo que vuelva a entusiasmarnos a todos con la idea de España –mas allá de ganar competiciones balompédicas-.
Continuamos siendo una masa que desprecia a figuras egregias para  ensalzar figuras ruines y de poco calado intelectual: solo es necesario poner la televisión para constatar esto. Los diversos grupos políticos del país –no ya partidos, inclúyanse aquí los nuevos movimientos ciudadanos- siguen actuando como si solo ellos estuviesen en posesión de la verdad, y todo el mundo convergiese en sus posturas: que un grupo miles de personas, en un país enorme como es España, pretenda rodear y disolver el Congreso es el ejemplo de la actitud del vencedor que no quiere luchar y, que como decía Ortega, solo pretende tomar posesión del poder. Nos mantenemos, pues, en una numantina posición de creer que solamente nuestros ideales son válidos, obviando colaborar para ensanchar los grupos y renegando a establecer algún tipo de “contrato social” con esas élites despreciadas por nosotros mismos, para lograr el beneficio de la sociedad entera.
Sin embargo, estoy convencido de que estas simples apreciaciones son algo ficticio, que los españoles somos capaces de dejar atrás estos vicios y volver a la senda de lo cabal; solamente que apreciamos demasiado a nuestro querido Ortega como para permitir que uno de sus ensayos quede obsoleto.

lunes, 1 de octubre de 2012

Retrato de una sociedad

Siglo XXI. Año 2012. Un día cualquiera. España. La mañana del español medio viene marcada por los titulares de prensa, que religiosamente publican la noticia bomba de la jornada. Recorte de sueldo, escándalo de corrupción, referéndum independentista, y en el caso de que la noticia tarde tiempo en llegar, se recurre a la prima de riesgo, al viaje del presidente del gobierno a no sé dónde, y en última instancia a la tristeza de cierto jugador de fútbol. Curioso oiga, cómo nos distraen. Cómo nos manejan. Qué arte, esto es España. Mientras un canal de televisión emite la última matanza en Siria ( eso sí, sin imágenes desagradables, no vaya a traumatizar a alguien ), otro "informa" del día a día de una carismática figura de la vulgarmente llamada televisión basura. No se lo van a creer ustedes, cuál de los dos canales tiene más audiencia. No seamos hipócritas, uno no se puede quejar de la subida del IVA, soltar cuatro calificativos malsonantes al gobierno de turno y volver pronto a casita para seguir viendo la telenovela.
Y es que tengo que admitirlo. Tengo complejo de abuelo. Algunos dicen, que por fortuna, nunca viví los años 30. Dicen que no todo tiempo pasado fue mejor. A lo que yo respondo: "Depende". Tan sólo en el siglo pasado han ocurrido dos guerras mundiales, varios genocidios, dictaduras, varias crisis económicas e incluso una guerra civil en nuestra querida España.
No sé cómo lo han conseguido. Será por no haber vivido esos años pasados, pero me da la impresión de que a las personas de hoy en día nos falta algo, que nuestros antepasados más cercanos sí tenían.
Volviendo al ejemplo del siglo pasado. Echo de menos, esa valentía, inculcada o no, de los soldados que lucharon en Omaha para dar comienzo al final del tercer Reich. O esa fortaleza de los españoles empobrecidos, de familias mutiladas por una guerra civil, que aguantan cuarenta años de dictadura, para devolver en 1978 la ilusión a un pueblo que resurgiría de sus cenizas, para llegar a ser en menos de treinta años, la octava potencia económica. No entraré en detalles sobre si fuimos realmente una potencia o sólo un espejismo.
Hasta aquí he dicho, que no sé cómo lo han conseguido y que a mis dieciocho años tengo complejo de abuelo. A estas alturas pienso que no tiene solución. Se ha perdido todo. Mi fe en la política está prácticamente deshecha, pero más acabada está mi fe en una sociedad española, que sigue votando a los mismos partidos desde hace treinta o incluso más años. De una sociedad, que no es capaz de reinventarse. No es que no haya fondos, es que no hay huevos.
Una juventud despolitizada. Y es que votar a un determinado partido o estar afiliado no significa ser político.  Una persona política debe ser obligatoriamente alguien capaz de pensar más allá de qué ropa llevará al día siguiente. Dada mi juventud, me ilusioné con la primavera de 2011 en la que presenciamos el nacimiento del denominado 15-M. Intenté relacionarme con este grupo, ver sus ideas, y neciamente pensé que podía ser la solución, que no estaba sólo, la sociedad había despertado. Después de un año y pico, todo ha quedado en nada. No había pensamiento colectivo, cada uno buscaba una meta. A día de hoy, nadie puede decir el objetivo principal del 15-M, ya que abarcó a tanta gente, que no todos tenían la misma misión. Pero no sólo eso, me dí cuenta de que huyendo de los ideales de determinados individuos, me había topado con lo mismo, disfrazado en caras diferentes. Misma caspa, distinta cabeza.
El cambio del que hablo debe producirse en la mentalidad de todos los españoles, y si no es así...¿Qué nos queda? Sociedad sin sentimiento ni pensamiento. Juzguen ustedes mismos, o mejor, pongan el telediario de hoy.