domingo, 7 de octubre de 2012

Balompédicamente político


El partido de fútbol de hoy, un Real Madrid – Barcelona, es un clásico, debido a la gran rivalidad que tienen estos dos equipos de fútbol, histórica ya, al ser de los mejores de España, Europa y probablemente del mundo.
Sin embargo, este clásico toma tintes  políticos, debido a la actuación de Artus Mas estos últimos días y que viene arropada por la cercanía de la manifestación de la Diada, multitudinaria e histórica para en nacionalismo independentista catalán.
No es, además, el primer ejemplo de partido de fútbol con tintas cargada de política: la final de la Copa del Rey este año, Athletic de Bilbao – Barcelona, tuvo otro sonado corte antiespañol, con pitada al himno incluida, y de forma indirecta contra Esperanza Aguirre, por aquel entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, la cual declaró que debería cerrarse el estadio si hubiese habido pitada. En concreto, un insulto hacia su persona llegó a ser trending topic a nivel mundial.
Hoy en todos los periódicos encontramos referencias a la politización de este partido, por lo que es bastante absurdo entrar a opinar aquí; hay opiniones para todos los gustos. No obstante, si me gustaría reflexionar sobre el hecho de que en España el fútbol sea una manifestación política más.
El fútbol es un deporte, como todos los deportes, pasional: se sigue y se anima a tu equipo vaya como vaya. El equipo es un sentimiento, una alegoría de lo que la afición espera de él; por ello jamás se oirá decir a una afición “El Córdoba CF es una mierda” sino “el entrenador/la directiva/el jugador no está a la altura de lo que merece el club” (por ahorrarme poner otro exabrupto). Al club se le anima, pase lo que pase, descienda a donde descienda o de más penas que alegrías: es el club que sigues porque has nacido en esa ciudad, porque tu abuelo ya fallecido tenía una vinculación especial con el club o porque de niño veías todos sus partidos.
Esta pasión, además, puede canalizarse de formas muy primarias: pegando gritos en la grada, agitando banderas o tocando vuvuzelas (como si fuese una batalla medieval) lo que lo hace muy atractivo para lo vida moderna, en una sociedad donde por levantar un poco la voz en un establecimiento o mostrar un síntoma exacerbado de alegría se mira, como mínimo con extrañeza.
Así pues, que algo tan primario y sentimental se identifique tan rápido con la política lo veo como síntoma de inmadurez de nuestra sociedad. La política, que debería ser una actividad razonada para identificar el interés general y alcanzar el bien y la paz en la sociedad, queda relegada a la dilemática a escoger entre dos opciones, a cada cual más absurda. No consiste en una labor constructiva, sino de enfrentamiento y avasallamiento del rival. Es llevar al máximo exponente el tipo de política que se ha estado realizando desde siempre en España, la causante de que sean necesarias las mayorías absolutas para gobernar, la causante de la polarización de los parlamentos, del clientelismo de los agentes sociales. Con una visión así de la política, no es de extrañar que la analogía con el fútbol se haga tan rápida y evidente: solo queremos ver destruido el rival, sin ver lo que él nos puede aportar ni juzgar sus ideas, apegados a un partido del cual no sabemos nada, solamente que tenemos que votarlo porque, porque… dice que odia tanto como yo al otro partido político.
Disfruten del fútbol, construyan política.
PS: ¿Si el partido de hoy supusiese un hito histórico para el indepentismo catalán, sería el argentino Messi el nuevo Guifré el Pilós?
¿Y si el partido de hoy afianzase la unidad de España (no se como, pero pongamos este hipotético caso), el portugués Cristiano Ronaldo sería inmortalizado en un cuadro como cruzado?

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