martes, 8 de octubre de 2013

La impunidad del señor Valderas


Diego Valderas, vicepresidente de la Junta de Andalucía, una de las comunidades autónomas más grandes, por extensión y territorio, debe de tener un ángel (materialista dialéctico, por supuesto) que le salve de la opinión pública de sus tremendas meteduras de pata.

En un momento donde todos los políticos son mirados con lupa, este señor, con semejante cargo, parece escaparse a todo rapapolvo público. Y no es porque el electorado carezca de oportunidades: desde llamar“la de las tetas gordas” a la delegada de Educación a que publique un tuit con información sobre un videojuego, pasando por la sonada compra de una casa de un vecino desahuciado. Las comparaciones son odiosas, pero cuando el alcalde de Valladolid hizo una referencia a los morritos de la por aquel entonces ministra Leire Pajín se formó un buen pitoste (todo el feminismo saltó contra el desafortunado comentario) y qué decir de cuando la ministra Fátima Báñez publicó la información de una partida al Bubble Shooter, haciendo arder Twitter y que toda una caterva de “expertos en comunicación” hablasen con aire docto en los telediarios sobre la relación del político con las redes sociales.

No acaban aquí las andaduras del señor Valderas: desde su escándalo de los jamones (desvelado ayer por ABC) hasta la publicación de un tuit donde se refería a sentencias fascistas a las sentencias emitidas por un tribunal constituido en democracia, con magistrados independientes que adquirieron su plaza por los principios de mérito y capacidad.

La última es seguir a un tuitero que justifica el antiguo régimen de la Alemania del Este, la antigua RDA, que siempre con grandes dosis de humor se dedica a parodiar quienes denuncian las dictaduras cubana, norcoreana o de los países del antiguo bloque soviético, así como a contar las bondades del régimen socialista de la época.

El humor que le gusta al señor Valderas

Sentencias fascistas

Como he dicho, el señor Valderas parece poder escurrirse de la mordacidad de la opinión pública española: ya puede ser porque sus socios de gobierno del PSOE andaluz acaparan casi toda la atención con los ERE y su nueva presidenta, o porque es mucho más cómodo meterse con errores similares de sus homólogos del Gobierno central, más conocidos y accesibles, que además son de la derecha y da mucho más gusto criticarla.

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