viernes, 31 de enero de 2014

Pablo Iglesias y los lumpen

Ha surgido un pequeño escándalo en Twitter a partir de la publicación de un vídeo de Pablo Iglesias criticando al lumpenproletariado, clasificándolos de gentuza y clase mucho más baja que la nuestra. Inmediatamente Twitter se ha inundado de seguidores de Pablo Iglesias alegando una descontextualización de su discurso, marxistas ortodoxos criticando a este por insultar al lumpen (lo cual no deja de ser una contradicción, pues Marx y Engels cargaban frecuentemente contra el lumpen) y gente que, por manía o rivalidad ideológica (generalmente liberales hartos de este santo laico de la izquierda y sus fans) criticando a Pablo por la desafortunada frase.




Antes de nada; ¿qué es el lumpen? La RAE defiende la siguiente definición: “casta social más baja y sin conciencia de clase”. Marx carga contra ellos en el 18 de Brumario, al igual que Engels en La guerra campesina en Alemania.
Aquí la cita de Engels         
El lumpemproletariado, esa escoria integrada por los elementos desmoralizados de todas las capas sociales y concentrada principalmente en las grandes ciudades, es el peor de los aliados posibles. Ese desecho es absolutamente venal y de lo más molesto. Cuando los obreros franceses escribían en los muros de las casas durante cada una de las revoluciones: «Mort aux voleurs!» ¡Muerte a los ladrones!, y en efecto fusilaban a más de uno, no lo hacían en un arrebato de entusiasmo por la propiedad, sino plenamente conscientes de que ante todo era preciso desembarazarse de esta banda. Todo líder obrero que utiliza a elementos del lumpemproletariado para su guardia personal y que se apoya en ellos, demuestra con este solo hecho que es un traidor al movimiento.
Y aquí la de Marx

Bajo el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó al lumpemproletariado de París en secciones secretas, cada una de ellas dirigida por agentes bonapartistas y un general bonapartista a la cabeza de todas. Junto a roués arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos, en una palabra, toda es masa informe, difusa y errante que los franceses llaman la bohème: con estos elementos, tan afines a él, formó Bonaparte la solera de la Sociedad del 10 de diciembre, «Sociedad de beneficencia» en cuanto que todos sus componentes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora.


Básicamente, la lumpen es aquella clase que no sigue el programa marxista, y no hace la revolución o incluso se opone a ella. Aunque los defensores de Pablo Iglesias se refieren a ella solo como ladrones y drogadictos, está claro que para Marx y Engels era mucho más: era un elemento tan nocivo para la revolución como la propia aristocracia o burguesía.
No obstante el debate no se genera por usar el término lumpen; precisamente, hay una parte del electorado que izquierdas que pide volver a usar la terminología marxista en proyectos políticos, la cual quedó marginada tras la caída del bloque soviético a finales de los ochenta. El problema está en usar el término gentuza y clase social mucho más baja que la nuestra de forma despectiva para referirse a una clase que, sin duda, es un alto porcentaje de las capas populares españolas, si entendemos el lumpen como clase obrera desideologizada y más preocupada por el fútbol y la telebasura que por las condiciones objetivas de la revolución o las tesis de Mao.
Pablo ha caído –desde mi punto de vista nada marxista- en tratar el problema de las clases sociales como una pirámide. No. El lumpen, esa gentuza, por usar las palabras de Pablo, con pocos estudios y curros de mierda (o en paro) más preocupados por el fútbol que por bailar al son del verdadero comunismo (tenga este las siglas que sean ahora) es gentuza debido a que no han tenido –o incluso algunos no hayan querido- opciones en un sistema educativo con un alto índice de fracaso escolar y un movimiento de izquierdas que hace mucho que perdió el norte por el que, sin duda, no se ven representados esta gentuza.
Pablo probablemente quiso hacer un guiño a sus seguidores más ortodoxos, aprovechando que estaba en una librería presentando un libro, un lugar poco apropiado para lumpens, para demostrar que él es un gran teórico del marxismo, cosa normal si observamos la envidiable carrera académica que tiene. Alberto Garzón es otro neomarxista que suele disculparse por no usar la liturgia marxista y la terminología para llegar a mucha gente, aunque esto suponga la crítica de los ortodoxos.
No obstante, olvida cuestiones también planteadas por marxistas como la escuela de la Criminología crítica, que considera que el sistema penal solo sirve para perpetuar las desigualdades sociales y de clase (para entender esta teoría que partir de que vivimos en un sistema positivista donde la ley marca, por un mero criterio de legitimidad, esto es, estar de acuerdo con la Norma Suprema, qué es legal y que no). 
Mantener el equilibrio entre academicismo y populismo es siempre complicado, y más en la izquierda, con una sorprendente habilidad para escindirse, acosada además por el auge de movimientos fascistas en Europa, que se están llevando el voto obrero ante la zozobra de la socialdemocracia. No obstante, es un debate interesante en la política nacional, siempre yerma de debates intelectuales donde todo consiste en partitocracias y crisis internas más o menos amarillistas. Bienvenido sea.
Más preocupante es la reacción de la candidatura popular Podemos. El diario El Diario.es (siento la redundancia) se hizo eco de la polémica, y parecer alguien llamó desde Podemos enfadados por la publicación. En un momento donde mucha gente lamenta por la salida de Pedro J Ramírez de la dirección de El Mundo debido a las presiones del gobierno, esta no es la mejor carta de presentación para un partido regenerador.

En este diario, por desgracia, son comunes los comentarios despectivos de los lectores por sacar a la luz problemas de IU, Podemos y otros movimientos sociales, llamando a una especie de corporativismo ideológico.
Sea como sea, esto no es más que otro episodio de una política española que no levanta cabeza, ante unas elecciones de perfil muy bajo, a pesar de que por primera el Parlamento de la UE elige al Consejo europeo. Triste, triste.

ACTUALIZACIÓN 2/02/2014
Pablo Iglesias ha pedido disculpas por estas declaraciones en Público. Comienza con una falacia ad hominen como un camión al echarle la culpa a una especie de "nazis aristócratas" de revivir el vídeo, de noviembre de 2013, cuando quienes levantaron la liebre fueron los de la @SectaNihilista . Después, narra una batallita revolucionaria de los días del Movimiento de resistencia global y logra encaminar, inculpándose y pidiendo perdón, por el desafortunado uso de las palabras y recordando lo que él quiere a los lumpen en los países del Tercer Mundo para hacer una Revolución que nos libre de las miserias de la explotación del hombre por el hombre.
Todo, eso sí, con un aire más de abuelo batallitas y de crítico de salón, con sus referencias a Buñuel y a Eloy de la Iglesia. Todo en un ambiente donde vuelven a resurgir las rencillas de la izquierda más ortodoxa (ayer leí en Twitter unas acusaciones de trotskismo). Saquen sus piolets y olviden Europa, caballeros.

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