lunes, 26 de enero de 2015

Los ejes de la política

Todos conocemos el diagrama de Nolan, esa cruz donde se puede encuadrar cualquier posición ideológica. Para los que no lo conozcan, consiste en una cruz, donde horizontalmente se plantean los postulados conservadores progresistas (matrimonio homosexual, cambios de sexo, modelo de familia) y verticalmente el grado de intervención del Estado en la vida privada.
Sin embargo, la realpolitik es mucho más desagradable que los modelos políticos teóricos. Generalmente, una serie de partidos y medios de comunicación marcan la agenda pública, y además, esa serie de partidos crean una falacia bidimensional donde solo hay dos puntos: izquierda, derecha, arriba, abajo, casta, ciudadanos, austeridad, políticas expansivas… Después, solo has de defender tu posición como “la virtud” y la posición contraria como un monumental error, un mal alevoso que va a corroer la vida pública.
Esta estrategia roza dos falacias lógicas: la dilemática (donde se pone al adversario entre la espada y la pared, hablando claro) y la falacia del hombre de paja, esto es, construir el discurso del contrario de forma beneficiosa al nuestro.
Sin embargo, se hace muy a menudo: durante la campaña del 2011, el Partido Popular marcó la agenda política, vinculándose a si mismos la “virtud” de acabar con el paro e iniciar un programa de austeridad y achacando al PSOE la destrucción de empleo y el despilfarro.
Que la destrucción de empleo viniese marcada por otros factores (la nefasta gestión del gobierno socialista sigue ahí, no los exculpo) o que el PSOE comenzase con la austeridad congelando pensiones y sueldos públicos no importa: el PP les construyó el discurso, aprovechado la incompetencia de un PSOE confuso, rendido, desideologizado y que comenzaba una travesía por el desierto que aún no ha terminado.
Ahora es Podemos y una corriente política que podríamos llamar “izquierda cívica”, esa izquierda descafeinada demasiado rompedora para los socialdemócratas de toda la vida pero demasiado light para los partidos herederos de los partidos comunistas históricos, quienes marcan la agenda en España y Grecia.
Podemos les está construyendo el discurso al PP con una facilidad pasmosa: son el Partido de la corrupción, el partido anclado, rendido y encadenado ante Bárcenas, un partido sin programa ni ideología servil solo con la Troika y la UE
Ellos mismos se presentan como el cambio, con un aura de pureza cívica intachable, como una clase media depauperada que va a  devolverles el país a los suyos. Plantean entonces el discurso en dos extremos: casta y la anticasta, ellos contra una minoría privilegiada, y dan por obsoleto en planteamiento izquierdas/derechas, en la línea del 15-M.
Por tanto, este año electoral discurrirá en estos términos: los partidos tratarán de alejarse de la casta y se procurará dar una imagen de renovación y frescor, frente al continuismo que a lo mejor se hubiese querido dar en ejercicios anteriores. El campo se ha definido, ahora hay que ver como se juega el partido.
Esto explica por qué IU se queda petrificado: IU estuvo basando su discurso en ser la verdadera izquierda. No es que esté perdiendo el partido: es que directamente no lo está jugando.
Esta definición probablemente también marca las alianzas políticas y las reacciones futuras. Cuando Syriza, el aliado de Podemos en Europa, se alía con Griegos Independientes, nacionalistas y conservadores, rompe el esquema clásico de izquierdas y derechas, pero responde al discurso que construyó durante la campaña griega: Troika o anti-Troika.
Ahora pueden ocurrir dos cosas: que la derecha griega construya un discurso estabilidad vs utopía (y lo apliquen cuando las cosas vayan mal por Grecia), o que se acentúe el discurso anti-UE, siendo el siguiente el neonazi Amanecer Dorado o el KKE.

La primera opción sería, en la práctica, volver al esquema clásico de izquierdas y derechas y la segunda opción sería profundizar en la retórica nacionalista y anticapitalista, con resultados mucho más profundos (y probablemente efectos no deseados) para Grecia. 

Los que crecimos respetando a ETA

Hace poco tuve la oportunidad de hablar en Radio Ser Córdoba sobre la relación de la juventud con el terrorismo junto con otro compañero de la Universidad. Lo hice en un momento complicado debido al sangriento atentado contra la revista Charlie Hebdo, justo a la semana de los atentados.
Una de las preguntas a las que me tuve que enfrentar fue la relación de la juventud con el terrorismo de ETA, afortunadamente ya silenciado en nuestro país. Como declaré, mi generación no tuvo miedo a la ETA; sentíamos rechazo y confianza en que algún día se resolvería gracias a la actuación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Que no tuviésemos miedo no significa que no respetásemos a ETA. No el respeto que se le tiene (o debería tener) al profesor o al progenitor, sino el respeto que se le tiene a un grupo de asesinos que sembraban de cadáveres la geografía española. El respeto que se le tiene a la muerte o a una enfermedad terminal. La sensación de banalizar un conflicto que dejaba víctimas anualmente y heridas abiertas en Euskadi era sencillamente repulsivo, no recordando bromas sobre ETA entre la chavalada de mi edad, bromas que si generaba, por ejemplo, el terrorismo yihadista, con un gusto más que dudable.
Esa banalización, sin embargo, ha comenzado, y no desde grupos de estudiantes irreverentes o revistas marginales, sino desde las más altas instituciones del Estado, desde los mejores periodistas de la derecha, desde los círculos de poder y las más altas esferas. ETA se ha convertido en el coco, en una sambenito vacío con el que vestir al más ridículo oponente político para difamarlo sin argumentos, una suerte de ley de Godwin de la política española apta solo para los más cerriles y estrechos cerebelos del electorado español.
¿Se puede considerar ETA a un profesor universitario que, mediante una serie de asambleas, monta una suerte de movimiento personalista a base de propuestas irrisorias y logra una determinada atención mediática y cuota de poder? ¿Se puede considerar ETA a una plataforma que se dedicaba a copiar formas argentinas de manifestación y que hace llorar a los hijos de los ministros? ¿Es ETA el aborto, ese tema a caballo entre el derecho de la mujer y la bioética?

Yo al único etarra que reconozco es al de la capucha y tiro en la nuca; al de la bomba furtiva y el cobarde comunicado, al del zulo y la huida a Francia. Me niego a rebajar el terror que generaron unos asesinos a sambenito de la derecha y fácil chascarrillo político del periodismo conservador. ETA fue una banda terrorista, no una recurrente falacia del hombre de paja.