lunes, 26 de enero de 2015

Los que crecimos respetando a ETA

Hace poco tuve la oportunidad de hablar en Radio Ser Córdoba sobre la relación de la juventud con el terrorismo junto con otro compañero de la Universidad. Lo hice en un momento complicado debido al sangriento atentado contra la revista Charlie Hebdo, justo a la semana de los atentados.
Una de las preguntas a las que me tuve que enfrentar fue la relación de la juventud con el terrorismo de ETA, afortunadamente ya silenciado en nuestro país. Como declaré, mi generación no tuvo miedo a la ETA; sentíamos rechazo y confianza en que algún día se resolvería gracias a la actuación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Que no tuviésemos miedo no significa que no respetásemos a ETA. No el respeto que se le tiene (o debería tener) al profesor o al progenitor, sino el respeto que se le tiene a un grupo de asesinos que sembraban de cadáveres la geografía española. El respeto que se le tiene a la muerte o a una enfermedad terminal. La sensación de banalizar un conflicto que dejaba víctimas anualmente y heridas abiertas en Euskadi era sencillamente repulsivo, no recordando bromas sobre ETA entre la chavalada de mi edad, bromas que si generaba, por ejemplo, el terrorismo yihadista, con un gusto más que dudable.
Esa banalización, sin embargo, ha comenzado, y no desde grupos de estudiantes irreverentes o revistas marginales, sino desde las más altas instituciones del Estado, desde los mejores periodistas de la derecha, desde los círculos de poder y las más altas esferas. ETA se ha convertido en el coco, en una sambenito vacío con el que vestir al más ridículo oponente político para difamarlo sin argumentos, una suerte de ley de Godwin de la política española apta solo para los más cerriles y estrechos cerebelos del electorado español.
¿Se puede considerar ETA a un profesor universitario que, mediante una serie de asambleas, monta una suerte de movimiento personalista a base de propuestas irrisorias y logra una determinada atención mediática y cuota de poder? ¿Se puede considerar ETA a una plataforma que se dedicaba a copiar formas argentinas de manifestación y que hace llorar a los hijos de los ministros? ¿Es ETA el aborto, ese tema a caballo entre el derecho de la mujer y la bioética?

Yo al único etarra que reconozco es al de la capucha y tiro en la nuca; al de la bomba furtiva y el cobarde comunicado, al del zulo y la huida a Francia. Me niego a rebajar el terror que generaron unos asesinos a sambenito de la derecha y fácil chascarrillo político del periodismo conservador. ETA fue una banda terrorista, no una recurrente falacia del hombre de paja. 

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